Silencio, lágrimas y dolor infinito en Gondomar, cuna y tumba de Diogo Jota y su hermano: "No merecían este final, nadie lo merece"

Un ventilador enorme rompe el silencio en la capilla de la Resurrección. El representante Jorge Mendes y el ex futbolista Joao Moutinho se sientan en las primeras filas del edificio junto a la familia Silva. Enfrente, dos féretros de color marrón, cerrados, con los restos mortales de Diogo José Teixeira Da Silva, Diogo Jota, y André Silva, su hermano menor, presiden un velatorio por el que pasará todo Gondomar a lo largo de este viernes. Al interior se llega tras atravesar un enorme pasillo de coronas de flores que mandan compañeros del futbolista, agencias de representación, clubes... pero también vecinos de la localidad que se quieren acordar de estos dos hermanos cuyo fallecimiento ha trascendido las murallas de esta pequeña localidad vecina a Oporto.
Si uno recorre los pasos que dieron los hermanos Silva, Diogo y André, ese camino está ligado a una pelota, lo primero, y a una portería, si había, después. Ana Oliveira, vecina de la familia cuando aún vivía en una casita humilde de Sao Cosme, en lo alto de Gondomar, tenía ambas cosas. Su hijo jugaba al fútbol con los hermanos en la calle sin asfaltar en la que se situaba su grupo de viviendas. Luego coincidiría con André en el Gondomar. "Tengo una tristeza muy grande", explica a EL MUNDO desde el balcón de su casa, contigua a la de los Silva, y rompe a llorar sin consuelo.
La muerte de los dos jóvenes ha golpeado duramente este humilde barrio de una localidad limítrofe a Oporto y desde la que se puede oler el mar, aunque no sea completamente costera. Apenas hay movimiento por unas calles mitad de asfalto, mitad de arena. En una de ellas para su pequeño camión repleto de material de obra Angelo Oliveira, otro amigo de la familia. "Eran muy buenos chicos, muy queridos, estaban todo el día jugando al fútbol", cuenta el albañil, y se despide: "La vida, por desgracia, pasa".

A apenas 100 metros de su casa, por la parte de atrás, está la escuela básica Aguiar, donde estudiaron hasta secundaria tanto Diogo como André. Un nuevo campo de fútbol, con las redes de las porterías ajadas, recuerda a estos dos niños que "siempre estaban alegres" y que "eran muy sociables" apuntan desde la institución.
Los Silva dejaron esas humildes casas bajas cuando Jota comenzó a triunfar en el fútbol, pero la abuela materna permanece en ese rincón de Gondomar al que ya no pueden volver dos de sus hijos predilectos. Una enorme cruz preside otro campo de fútbol que da entrada a la rua Minhoteira, la antigua calle de los Silva, como si fuera un homenaje improvisado a lo que ocurriría un 3 de julio de 2025 en el kilómetro 63,300 de la autovía A-52 que une Pontevedra y Benavente.
Aunque, si hay un lugar en el que brille con luz propia el recuerdo de los futbolistas es en las instalaciones del Gondomar Sporting Clube, el equipo del pueblo y en el que varias imágenes gigantes de Diogo Jota presiden tanto el estadio de Sao Miguel, donde dieron las primeras patadas al balón ambos chicos, como en las oficinas, donde se ha instalado un altar improvisado en el que hay numerosas velas, mensajes, flores y muchas camisetas de la institución.

Fernando Ferreira, ex dirigente y ex director de las Escuelas del Gondomar SC, ha querido venir a presentar sus respetos a los jóvenes fallecidos. El hombre, de unos 70 años, se queda inmóvil ante el altar mientras contiene el llanto. "No tengo palabras porque por mucho que quiera, no me salen", explica a este periódico, y recuerda cómo el abuelo de los chicos, el señor Alberto, no se perdía ningún partido de los hermanos.
Dicen que André era el que tenía potencial para llegar más alto, pero Jota siempre aseguró que lo conseguiría. Lo cumplió, como muestra el respeto y el cariño de una afición y un club como el Liverpool, que ha planteado retirar el dorsal del portugués, el número 20, en su primer equipo. "Los rivales siempre tenían mucho respeto por Jota porque era muy humilde" destaca. "No merecían este final... nadie lo merece", concluye con la voz entrecortada.
Son momentos difíciles en esta población de casi 170.000 habitantes. Este viernes, Luís Filipe Araújo, presidente de la Câmara Municipal de Gondomar, había decretado día de luto y suspensión de las actividades. Las banderas de los edificios municipales ondeaban a media asta. "Estamos muy dolidos, hablamos de dos chicos muy jóvenes que siempre, especialmente Diogo por su popularidad, estaban disponibles para cualquier acción solidaria que se les requiriera", comentaba a EL MUNDO.
El primer edil aún no se puede creer que la última charla que tuvo con Jota fue para ofrecerle una condecoración de la ciudad por haber ganado la segunda Nations League con Portugal. No quiere pensar en futuros honores para los fallecidos que está seguro llegarán, pero insiste en que el dolor que viven en estos momentos no les permite pensar en esas coas.

Araújo y parte del consistorio fueron los responsables de recibir al presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, en el velatorio de los futbolistas en la capilla de la Resurreción poco antes de las tres de la tarde. Por allí también pasaron el primer ministro, Luís Montenegro y el entrenador y hoy mandatario del Oporto, André Villas-Boas, entre otros. A las cuatro de la tarde se abrió al público para que quien quisiera pudiera rendir un último adiós a los futbolistas.
elmundo